BIENVENIDOS A LA RONDA DEL VIGILANTE

jueves, 28 de febrero de 2008

La Guardia Civil detiene a tres personas por robar objetos de un centro comercial de Barbastro por valor de 105 euros.

BARBASTRO (HUESCA), 25/02/08 (EUROPA PRESS)

La Guardia Civil detuvo hoy a tres personas por robar, presuntamente, objetos de un centro comercial de la localidad altoaragonesa de Barbastro por valor de 105,58 euros, informa la Subdelegación del Gobierno en Huesca.

El vigilante de seguridad y varios agentes de la Guardia Civil que se encontraban en el citado centro observaron cómo los detenidos sustraían varios artículos y los introducían en dos bolsos grandes. Al pasar por caja, fueron interceptados y registrados. En su poder tenían productos robados por un valor de 105, 58 euros. La Guardia Civil ha instruido diligencias que han sido remitidas al Juzgado de Instrucción de Barbastro.

Un paciente del San Agustín encañona y dispara a un vigilante con un arma sin balas.

Lne.es - Aviles - 27/02/08

El hombre, que intentaba huir de la sala de urgencias de psiquiatría, quitó el revólver a uno de los responsables de la seguridad durante un altercado.

T. CEMBRANOS / S. FERNÁNDEZ
Los trabajadores del servicio de urgencias de psiquiatría del Hospital San Agustín vivieron una madrugada, la del pasado lunes, que difícilmente podrán olvidar. Un paciente del centro, de 31 años, encañonó con un revólver a un vigilante de seguridad del centro cuando éste le intentaba impedir que saliera de la sala. En el forcejeo, el hombre, que posteriormente fue detenido, consiguió arrebatarle su arma y apretó el gatillo en dos ocasiones. Los hechos no tuvieron un desenlace fatal ya que, por razones de seguridad, el revólver no tenía munición. El hombre fue detenido por la Policía Nacional de Avilés como presunto autor de un delito de homicidio en grado de tentativa.
Los hechos sucedieron cerca de las seis de la mañana del pasado lunes. Entonces, en la Comisaría de Avilés se recibió una llamada del hospital pidiendo que acudiese al centro una patrulla del grupo de atención al ciudadano ya que se había producido un altercado. Momentos antes, los vigilantes de seguridad del hospital habían acudido a un aviso del servicio de urgencias de psiquiatría, donde había un hombre en una actitud muy agresiva.
Según explicaron ayer fuentes policiales, el paciente había pedido el alta voluntaria y se había arrancado la vía que llevaba en el brazo, del cual emanaba una gran cantidad de sangre. Cuando los vigilantes trataron de calmarle, el hombre se abalanzó sobre ellos y les golpeó, consiguiendo salir de la sala donde estaba ingresado.

Los vigilantes de seguridad del centro volvieron a capturarle y, al intentar reducirle, el paciente logró arrebatar el revólver a uno de los encargados de la seguridad del centro y, tras encañonarle, apretó el gatillo dos veces. El arma, sin embargo, no estaba cargada, ya que el vigilante, como medida de seguridad que se adopta dentro de la unidad de psiquiatría, no había introducido munición alguna en su interior.
Cuando los agentes de la Policía Nacional de Avilés acudieron al centro entrevistaron a los vigilantes de seguridad que se vieron implicados en el suceso, que les relataron todo lo sucedido. Por ello, procedieron a la detención del hombre, de 31 años, nacido en Madrid y con domicilio en Avilés, como presunto autor de un delito de homicidio en grado de tentativa. El detenido fue puesto a disposición del Juzgado de instrucción de guardia número 6 de Avilés, que decretó su libertad con cargos.
Fuentes del Hospital San Agustín, que calificaron de «tensa» la situación vivida en la sala, descartaron ayer que el hombre que ocasionó el altercado en urgencia de psiquiatría fuera un paciente habitual con problemas mentales graves y con historial en el centro avilesino. «Estas personas están muy controladas y vigiladas y no suelen ocasionar altercados», explicaron fuentes del centro.
Responsables médicos del hospital quisieron separar, además, lo que son conductas atribuibles a una dolencia mental de aquellas más propias de la delincuencia o la psicopatía y que se suelen relacionar con el consumo de sustancias estupefacientes. Dentro de estas últimas se encontrarían los actos ocasionados el pasado lunes por el ya detenido.

Historia del Vigilante.

El 8 de Noviembre de 1.849, en plena segunda guerra carlista, por una Orden de S.M. la Reina Isabel II y mediante un Real Reglamento, del Ministerio de Agricultura con concurso del Ministerio de Gobernación, se crearon los primeros Guardas Jurados, que debía ser "hombres de buen criterio y prestigio entre sus gentes, que cuidaran como suyo lo que era de los demás y en los campos existe, pues no cuanto hay en el campo es de todos ...."


"A quien esta leyera y comprendiera su alcance, furtivo, guarda o cazador, ruego que tenga a bien proclamarla y difundirla, por estimar necesaria esta ayuda, que pido a toda aquella persona que amara la caza, el lance y el orden en los campos."


Con el amparo de esta orden, mediante un nombramiento Real y poco más, aparece la primera figura histórica del Guarda Jurado, que en un primer momento tenía como misión vigilar cotos, villas, fincas, parques y pequeñas áreas rurales.


Los guardas jurados de campo estaban primeramente bajo la dirección e inspección de los alcaldes, a quienes debían presentar informes. Cada municipio establecía su uniformidad.


Pero por adaptación de la norma, mediante Orden de Guardería Rural de 1.876, bajo el reinado de Alfonso XII, estos quedan bajo la dirección de la Guardia Civil.


En 1.900 se unifica el uniforme, vistiendo entonces el Guarda Jurado un uniforme como el que emplean aun hoy los del Parque del Retiro en Madrid, que son los genuinos Guardias Jurados con su nombramiento municipal. Ellos son los únicos en todo el país que han conservado íntegramente el uniforme y parte de la historia.


El Guarda Jurado usaba una escopeta, y desde 1.876 carabina y bayoneta; y los de a caballo el sable de la caballería ligera. Tenía licencia para detener, o si fuera el caso, disparar y matar como agentes de la autoridad que eran; todo ello bajo supervisión y control de la Guardia Civil. Por los primeros tiempos, el Guarda Jurado hacia las tareas de control y salvaguardia que táctica y logísticamente la Guardia Civil no podía hacer, y para ello, contando con el Guarda Jurado, tenía un refuerzo de la Ley, en toda villa, parque, plaza, y monte.


Tenían reputación de hombres buenos que terciaban en pleitos y discusiones. Siempre juraron (de formas distintas según las épocas) proteger los intereses puestos bajo su custodia, con lealtad al poder establecido.


Si capturaba a un criminal y lo detenían se ganaba el mérito, el respeto y la admiración de todos. Si el caso era el contrario, es decir, disparaba y mataba a un criminal fugado, al Guarda Jurado no le ocurría nada, sino que recibía una condecoración por cumplir con su deber juramentado.


El Guarda Jurado actuó siempre en estrecha colaboración con el cuerpo de la Guardia Civil, ganándose a pulso una bien merecida imagen de vigilante fiel, recio, duro, un hombre que no tenía miedo, que colaboraba en todo con la ley, y con duras cualidades y fuerte motivación.


Desde 1.900 los Guardas Jurados vestían un sombrero de ala ancha, doblado en vertical por una de sus alas, y se les permitía lucir una escarapela distintiva con los colores nacionales. Llevaban también una bandolera de izquierda a derecha y la típica casaca verde caqui.


Desde su fundación por Real Decreto, hasta comienzos del franquismo, el Guarda Jurado permaneció con la misión de vigilar zonas rurales. Pero fue con el régimen franquista cuando las cosas comienzan a cambiar para el Guarda Jurado. Debido al éxito que había resultado de la figura del Guardia Jurado, y de su trabajo en el medio rural, se decide que la figura de un Guardia Jurado de similares característica podría ser igualmente útil para custodiar bienes públicos. Así, uno de los primeros Guardia Jurados que oficialmente se constituyen fuera del ámbito rural, podríamos considerarlo en la figura del famoso sereno, que vestía un uniforme similar al de la policía gubernativa franquista, portaba porra de palo de mas de 50 Cm, un farolillo o linterna, y un chuzo de punta, que era como una especie de lanza de poco menos que metro y medio terminada en un punzón afilado. Portaba gorra de plato gris, con banda roja, e insignia del águila del escudo de Franco. Además, un enorme manojo de llaves, que abrían todos los portales donde este buen señor cumplía con sus obligaciones en el barrio.


En sus primeros comienzos, el sereno, dotado de un escandaloso silbato, rondaba por las calles, cuidaba de los bienes públicos, abría y cerraba portales, y actuaba como hoy lo hace el policía de barrio, y tenían oficialmente un considerable poder legal por la ley de enjuiciamiento criminal vigente entonces, que databa de 1.882.


Este tipo de Guardia Jurado, era elegido por votación mayoritaria de los vecinos de un barrio, aunque tenía que ser confirmado por el Ayuntamiento.


Pero las cosas iban a cambiar, y debido al buen resultado que daba el sereno, este daría paso al Guardia Jurado especialmente destinado a la protección. Así, durante la dictadura, surge un decreto ley, que autoriza a las grandes industrias, a crear para su uso interno un cuerpo de seguridad.


Las primeras industrias con capacidad para ordenar este tipo de Guardia Jurados eran las empresas petrolíferas. Así, es CAMPSA quien en España forma el primer cuerpo privado de Guardia Jurados Armados con el famoso chopo, revólver y cinturón de balas. El distintivo original de estos Guardias Jurados era una placa en la que se leía GJ, y su uniforme era gris, del mismo tono de la policía gubernativa de Franco. Se les veía armados hasta los dientes, subidos en los depósitos de gasolina de la estación de carga. Era la época del estraperlo, con robos y mercado negro, debido a la escasez y el racionamiento debidos tanto a la II Guerra Mundial como al posterior bloqueo comercial de la ONU a España.


La primera reglamentación de nuestros días del Vigilante Jurado la podemos encontrar dentro de las entidades bancarias mediante el Decreto del Ministerio de la Gobernación de 4 de Mayo de 1946, publicado en el B.O.E. 130. Otras instituciones como Cajas de Ahorro y Montes de Piedad se acogen a esta normativa mediante la Orden Ministerial de 30 de Abril de 1969, B.O.E. 122. Surgen poco después los Vigilantes de la Industria y del Comercio.


Mediante el Decreto de 1 de Marzo de 1974 se unifican la figura del Vigilante Jurado de Entidades Bancarias y de Ahorro. Poco después, toda la normativa dispersa hasta entonces es derogada por el Real Decreto 2113/77 de 23 de Julio que refunde el servicio de Vigilantes Jurados de Entidades Bancarias, de Ahorro y de la Industria y del Comercio. En ese mismo año, el Real Decreto 2727/1977, crea los Vigilantes nocturnos.


Finalmente, el Real Decreto 629/1978, crea el denominado servicio de Vigilantes Jurados de Seguridad. Se publica en el B.O.E 629/78 de 10 de Marzo, con lo que queda regularizado este sector y se crea una sola y única figura profesional, así como el marco legal en el que desarrollar esta actividad.


Estos primeros Vigilantes Jurados usaban todos un mismo uniforme gris, una gorra de plato gris, con picos del mismo modelo que el de la policía estadounidense y portaban doble armamento, por un lado el fusil, y por otro el revólver que, además, colgaba de la pernera en vez del cinturón.


A la creación de estos primeros Guardia Jurados, se le unió la RENFE, quienes formaron también sus propios Guardia Jurados (Guardería Jurada de RENFE) que viajaban actuando por parejas en los trenes e iban armados (hoy, de hecho, siguen así los vigilantes en los trenes: armados y en pareja).


Para ser Guardia Jurado en aquella época, había que tener unas condiciones sociales algo especiales. Para empezar, la dirección de la industria tomaba a aquellos hombres de mayor confianza y cuya valía en su profesión había quedado perfectamente demostrada. Si eran mecánicos, debían ser personas trabajadoras impecables. Añadido a esto, debía de demostrar un nivel cultural normal, y afinidades al ideal político franquista. Aparte de ser entrevistado por el comandante de la Guardia Civil de la capitanía más próxima, tener el servicio militar cumplido, no haber sido encarcelado y seguir un breve curso de preparación en el manejo del arma.


Una vez el visto bueno de la Guardia Civil, se pasaba un escrito a Gobernación (Gobierno Civil) dirigido al Gobernador, quien después de completar tanto la documentación de la empresa como el informe de la Guardia Civil, firmaba la autorización para dotar legalmente de autoridad al Guarda Jurado con el siguiente Juramento:


¿Jura usted defender la patria, la bandera y a nuestro Caudillo?.

Lo juro.

¿Jura usted por la Santa Biblia que detendrá y si es preciso matará para cumplir con su deber allá donde se le ordene?

Juro!

Pues por la autoridad que me ha concedido el Generalísimo, queda usted nombrado Guardia Jurado.


Este nombramiento, unido al certificado de juramento, daba como resultado la condición de agente de la autoridad y estaba sometido a las mismas leyes, en este caso, las militares, correspondientes a la Guardia Civil.


Tiempo más tarde, en nuestra actual época de la Democracia se utilizó la siguiente forma de juramentación:


¿Jura o promete por su conciencia y honor cumplir fielmente las obligaciones del cargo de Vigilante Jurado con lealtad al Rey, y guardar y hacer guardar la Constitución como norma fundamental del Estado?.


A estas dos empresas antes señaladas (CAMPSA y RENFE) hay que sumarle otras muchas que también hicieron lo mismo en diversos puntos del país.


Entre tanto, el antiguo Guardia Jurado Rural tuvo suerte, y se convirtió en el Guarda Bosques de Montes mas tarde bajo la dirección del organismo que vendría a llamarse ICONA.


Por entonces comenzaron a surgir ciertas exigencias en el terreno del transporte de fondos. Hasta que un grupo de militares, conjuntamente con policías y guardias civiles, fundaron la primera empresa de seguridad en España, con número de Registro nº 1, dedicada al transporte de caudales, llamada “Transportes Blindados”. Los furgones, que no eran blindados por supuesto, eran grises y portaban un elefante azul pintado en ambos lados del furgón. Los Guardia Jurados que viajaban eran 6, un conductor, un acompañante, y cuatro operadores, dos cubrían, y dos transportaban la carga. Todos ellos iban fuertemente armados, tanto con revólver como con fusiles. Esta empresa fue luego comprada por una formada entre Pony Express y Prosegur (SAS), y finalmente absorbida y convertida únicamente en PROSEGUR.


A finales de los 60 y principios de los 70 es cuando los Guardias Jurados comenzaron a ser considerados como un elemento importante para la seguridad, y es cuando podemos decir que comienza la época moderna del Guardia Jurado. De los 70 en adelante, la imagen del Guardia Jurado se moderniza, y algunas cosas con relación a su constitución desaparecen. Por ejemplo, el Guardia Jurado ya no era nombrado únicamente por la dirección privada de una industria para sus necesidades internas de protección, sino que una empresa de seguridad podía hacerse cargo de este nombramiento bajo las mismas condiciones en que se hacía antes, y por el mismo decreto ley, obtener una dotación de Guardia Jurados. No obstante, la práctica del nombramiento de Guardias Jurados por parte de las industrias se mantuvo hasta cerca de los años 80.


Entre los años 70 y 80 (momento decisivo para la seguridad Privada y el Guardia Jurado) la condición de Guardia Jurado sigue estando bajo el control de la Guardia Civil y el Gobierno Civil, aunque estén dirigidos por empresas de seguridad. Cabe destacar que es en estos comienzos donde aparecen algunas de las primeras empresas, casi siempre fundadas, constituidas y dirigidas, por Comisarios de policía, Militares, Guardia Civiles, y jefazos de algún estamento gubernamental. Tal es el caso de PROSEGUR.


El Guardia Jurado es una autoridad dentro del servicio, e incluso en algunos casos podía portar el arma fuera de el sin temor a problemas. Bastaba con identificarse como Guardia Jurado mediante su acreditación (las primeras eran grandes, cuadradas, amarillas con una banda en diagonal de la bandera de España y en un extremo el rombo de la Guardia Civil).


Por otra parte, al Guardia Jurado se le tenía casi como a un policía y era de fama respetable, que no se andaba con tonterías. El entrenamiento que las empresas exigían por aquel entonces, estaba bajo la administración de la Guardia Civil. Como siempre, para ser Guardia Jurado, había que ser propuesto por la empresa, no tener antecedentes, tener el servicio militar cumplido, mayor de edad, y estudiar un sencillo temario de 56 páginas, en las que se detallaban muy brevemente, desde como estaba armada la escopeta, hasta la munición de dotación, y el revólver reglamentario. Añadido a esto, un extracto de la ley de enjuiciamiento civil y criminal, y otro tanto del código penal, aparte de una serie de temas relacionados con el Glorioso Cuerpo Benemérito Español.


Mas tarde, a partir de los 70 en adelante la placa de GJ, pasó a ser VJ, y el temario exigido se refinó, lo mismo que las exigencias para ser VJ también se suavizaron, y perdieron un poco algo del genuino sabor militar que caracterizaba al Guardia Jurado. Aparecen más empresas, desaparece el franquismo, entra la democracia y el Rey, y las leyes cambian.


Es el principio del final del Vigilante Jurado. Es una época algo ambigua, porque todavía se tiene autoridad, pero ya se empieza a notar que la gente comienza a no temer y a perder el respeto por esta figura. Paradójicamente, empieza a extenderse su uso, a través de las empresas de seguridad, en centros comerciales, urbanizaciones y otros ámbitos. Por otra parte, es más o menos por esta época cuando la Policía Nacional viste de marrón dejando el famoso uniforme gris, y es cuando se empieza a notar muy suavemente que la policía ya no le da tanta importancia al Vigilante como tenía antes.


Con el refuerzo de los cuerpos policiales, la seguridad privada pierde protagonismo, y el hecho de que estuviera muy vinculada a personas del régimen franquista, da cierto miedo a quienes creen que puedan ser usados como ejército privado al servicio de ideales derechistas. Además, el vigilante ya no es tan importante dentro de la cadena de autoridades públicas, incluso se comienza a plantear (especular) con la posibilidad de que deje de serlo.


De hecho, una vez aprobada la Constitución, como la normativa que regulaba los Vigilantes Jurados era anterior, empiezan a surgir, tímidamente al principio, algunas sentencias que cuestionan el rango normativo que asegure el ser agentes de la autoridad.


Y es lo que años mas tarde pasaría: dejaría de ser autoridad y eso repercutirá notablemente en su capacidad eficiente para lograr persuadir al público. Eso ocurre con la Ley de Seguridad Privada (LSP) de 1.992, primera norma de rango legal que regula el sector.


La LSP no contempla, por primera vez en casi siglo y medio, el carácter de agente de la autoridad; separa la habilitación de vigilante de la licencia de armas (antes era algo conjunto, y quien no aprobaba la licencia no podía ser vigilante jurado); crea las especialidades de escolta privado y de vigilante de explosivos, así como las figuras de los Jefes de Seguridad y los Directores de Seguridad; y sigue manteniendo, ahora como otra especialidad del VS, los guardas de campo, con las variantes de pesquerías marítimas, caza y piscifactorías. Amplía la formación, mediante desarrollo reglamentario, que debe recibir el VS, tanto la inicial como la continua; y se reglamentan también los centros de formación en seguridad privada. Y así otras novedades y mejoras que todos conocemos.


La nueva Ley también regula que solo pueden tener vigilantes las empresas de seguridad, lo que llevó a la subrogación de muchos vigilantes de bancos, cajas de ahorro, y otras empresas a las nuevas creadas; salvo algunos cuyas funciones en tales empresas se reconvirtieron.


Por último, se hizo una reglamentación más estricta de los servicios con arma (que antes eran todos) y el arma deja de ser asignada al vigilante, que la podía llevar a su domicilio y cuidaba personalmente de ella, para pasar a estar depositada en armeros de la empresa o de los servicios a los que estaba asignada, independientemente de quien realice allí la vigilancia.


Desde entonces, los únicos cambios legales han sido la autorización a los escoltas privados para escoltar a cargos públicos; y la reforma reciente para adaptar la Ley a una Sentencia del TSJUE, referida a la libre concurrencia de empresas extranjeras, y a la convalidación de vigilantes de otros países de la UE.


Sin embargo, la realidad y los cambios sociales y legales de los últimos 15 años ha dejado desfasados muchos aspectos de la Ley actual, por lo que tanto empresas como sindicatos consideran que es necesaria su reforma; aunque lógicamente discrepan en su alcance y contenido.

martes, 26 de febrero de 2008

Vigilantes de seguridad equipados como antidisturbios.

El fiscal acusa a un vigilante de A Grela de robar 460 euros.

Laopinioncoruña.es - 18/02/08

El Ministerio público exige para el procesado la pena de un año y dos meses de prisión por sustraer el dinero de una caja fuerte.

Tania Suárez.A Coruña
El Juzgado de lo Penal número dos de A Coruña celebrará el viernes la vista contra un vigilante de seguridad acusado de robar 460 euros de una empresa de mobiliario de oficina situada en el polígono de A Grela. El Ministerio público solicita para el joven, Miguel F.G., de 26 años, una pena de un año y dos meses de cárcel y la devolución del dinero que presuntamente sustrajo a la empresa.
El acusado, según consta en el escrito de acusación de la Fiscalía, aprovechó que entre abril y mayo de 2003 trabajaba de vigilante en la nave industrial para apoderarse del dinero, que se encontraba en una caja de caudales. El joven, según el Ministerio público, sustrajo a lo largo de los dos meses diversas cantidades de dinero, que suman 460 euros. La caja fuerte de la que presuntamente robó el dinero se guardaba en el cajón de una mesa que se cerraba con llave y que se guardaba en otro cajón que permanecía sin cerrar.

Vigilantes de seguridad: El riesgo de estar en primera línea de batalla.


Laopiniondemalaga.es - 24/02/08

Delegados sindicales de varias empresas de seguridad en Málaga denuncian algunas de las deficiencias del sector, como la peligrosidad de la actividad, los bajos salarios y la falta de respeto.

INMA ALJARO. MÁLAGA
Están cansados. De ser la primera cara con la que todos se enfrentan, de ser los primeros en responsabilizarse de los problemas de todos, de desarrollar tareas que no les competen, de no ser respetados y, por qué no decirlo, de cobrar poco y matarse a horas extras (entre 40 y 50 semanales). Su labor, defienden, es tan importante como la de la polícia y, sin embargo, no está tan reconocida. Algunos pensarán que exageran, pero a veces estos profesionales se sienten las ovejas negras de la seguridad. Y están, insisten, un poco cansados.
El pasado 9 de febrero una reyerta entre dos bandas en las puertas del Clínico terminó absorbiendo a una vigilante de seguridad que intentó interceder entre los grupos contrincantes. Como recompensa por su trabajo se llevó una brutal paliza de la que todavía se recupera. Pocos días después, un enfermo golpeó a otro vigilante que le había pedido que abandonara una zona por la que no podía deambular como estaba haciendo. Y así, cada cierto tiempo.
"A quién recurre el público cuando tienen una reclamación que nadie atiende? ¿A quién gritan cuando no le dejan acceder a un edificio? ¿A quién tienen que eliminar para robar en un banco? Al vigilante de seguridad. Es al primero que ven, el paño de lágrimas de todos..." resume Agustín de la Torre, secretario de CCOO para este sector. Las recientes agresiones han vuelto a poner sobre la mesa los problemas a los que se enfrenta este colectivo de trabajadores, formado por unos 4.000 vigilantes acostumbrados a lidiar con todo tipo de seres humanos, unos cívicos y otros, no tanto. No son las primeras ni serán, mucho se temen, las últimas.

Instrucciones. Los vigilantes que trabajan en los centros sanitarios son quizás los más perjudicados por la agresividad de familiares impacientes y de enfermos que pierden el control o que no quieren asumir las instrucciones que, por estrictas medidas de seguridad y organización, les dan.
Pedro Ruiz Céspedes trabaja en Prosetecnisa, empresa encargada de la seguridad en el Hospital Regional Carlos Haya y corrobora el alto porcentaje de incidentes en los centros hospitalario. Argumenta que, ante situaciones de este calibre -recuerda una ocasión en la que tuvieron que reducir a un enfermo completamente desquiciado entre doce personas- la formación y la especialización son las únicas armas del vigilante de seguridad.
"Es importante saber calmar a las personas sin usar la fuerza y para eso es necesario que el vigilante tenga entrenamiento verbal y psicológico", defiende.
Ese es el motivo por el que la sección sindical de CCOO haya planteado a la dirección del hospital una propuesta de formación sobre el trato con el público, la atención a enfermos psiquiátricos, contagiosos o conflictivos que también incluya técnicas de reducción verbal e inmovilización. "Parece que la dirección de los Servicios Generales ha acogido la iniciativa con interés y está previsto que nos reunamos para llegar a un acuerdo", indica confiado.
Entre las funciones de los vigilantes de seguridad, según establece la Ley 29/1992 de Seguridad Privada, están la de vigilar y proteger los bienes de muebles e inmuebles y de las personas que se encuentren en su interior, efectuar controles de identidad, evitar la comisión de actos delictivos y, en el caso de detectarlos, poner a disposición de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad a los delincuentes que hayan interceptado. Además, están obligados a seguir las instrucciones que estos últimos les den, "siempre que se refieran a las personas y bienes de cuya protección y vigilancia estuviesen encargados los vigilantes", reza la normativa.
A este último punto están bastante acostumbrados los vigilantes que trabajan en el Aeropuerto de Málaga (entre 280 y 300 según la temporada), pertenecientes a la empresa Segur Ibérica.
"Como vigilantes, tenemos competencia para realizar controles de identidad y podemos impedir la entrada de personas cuando se nieguen a acatar las normas de seguridad, pero nos sentimos desprotegidos desde que se nos quitó la condición de agentes de autoridad", protesta Manuel Seco, trabajador de Segur Ibérica.
En los arcos de acceso a la zona de embarque se encuentran con viajeros que se resisten a ser cacheados, que se enfadan y gritan cuando no están de acuerdo con lo que les dicen y que incluso les insultan y les despojan de esa autoridad que, aunque no sea de manera explícita, siguen teniendo. Cuando esto ocurre, no tienen más remedio que recurrir a la Guardia Civil, encargada de la seguridad aeroportuaria. "Muchos pasajeros piensan erróneamente que no tenemos potestad para inspeccionar su equipaje o para cachearlos, pero podemos hacerlo si hay un guardia civil supervisando", aclara.
Aun así, reconoce que no tienen demasiados conflictos con los pasajeros, aunque alguno ha estado a punto de atropellarlos cuando regulan el tráfico -sin que esa sea una de sus funciones- en la zona de salidas del Aeropuerto, algo desordenada por las obras de ampliación.
Si se habla de atropellos, Manuel Jiménez Quero puede contar unos cuantos. Trabaja como vigilante de seguridad para el Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (Adif), a través de la empresa Eulen y supervisa el tramo que va desde Málaga hasta el Valle de Abdalajís. "Cuando hay un atropello en la vía, los primeros en llegar somos nosotros y tenemos que custodiar el cuerpo hasta que llega la policía o el juez", cuenta.
Al preguntarle por los principales riesgos de su trabajo, en las vías del tren o en la vigilancia de los vagones, se queda pensativo: "Riesgo siempre existe. No puedes confiar en nadie porque cualquiera puede ser peligroso y reaccionar de manera violenta", comenta.
Como sus compañeros, para afrontar estas posibles reacciones apuesta por la formación específica, "dentro del centro de trabajo, porque no se enfrenta a las mismas situaciones el vigilante de un centro hospitalario que el de un edificio público o el del Aeropuerto y la estación de trenes", justifica.

Pasajeros embriagados. Ellos, a diferencia de los vigilantes del Aeropuerto, sí van armados y tienen carácter de agentes de la autoridad. "Aunque siempre hay algún viajero que se resiste y no nos obedece", apunta. Es difícil cuando el vagón, por ejemplo, va lleno de jóvenes adolescentes que regresan de la feria en avanzado estado de embriaguez. "No atienden a razones y se origina situaciones algo tensas", cuenta.
Aunque para tensiones las que se producen a final de mes, cuando llega la nómina. "Hay situaciones que no se terminan de entender, como por qué los encargados del escáner del Aeropuerto cobran un plus (200 euros) y los de la estación, no; aparte del salario que tenemos los vigilantes de seguridad, que difícilmente supera los mil euros", denuncia Jiménez Quero.
Dentro del sector, los mejor pagados son los dedicados al transporte y manipulación de fondos económicos. El riesgo también parece mayor. En los últimos años han visto cómo la proliferación de bandas armadas, especialmente de ciudadanos de Europa del Este, ha contribuido a hacer su actividad un poco más insegura. "Nosotros somos el obstáculo del atracador. Si quieren llevarse el dinero, primero nos tienen que eliminar", declara Miguel Rozas, empleado de Loomis, empresa de seguridad que controla "casi el 90% de las entidades bancarias de Málaga".
También son frecuentes las bandas de atracadores que actúan por el método de la distracción. "Quienes más emplean esa técnica son los sudamericanos, que entran en los bancos en grupos y crean confusión. Cuando menos lo esperas, uno de ellos agarra una saca y se van", añade su compañero Juan Luis Gómez.
Para evitar ese tipo de actos, nunca se pierden de vista entre ellos. "Somos tres y siempre estamos pendientes el uno del otro", asegura. Según detallan estos profesionales, nunca saben cuánto dinero llevan, porque reciben bolsas precintadas que deben trasladar y tanto los horarios de recogidas como las rutas que siguen varían diariamente por cuestiones de seguridad. Porque de eso se trata. De mantener la seguridad.